¿Cómo hacer cuando una persona te cae mal y no la soportas?
¿Hay alguien que, por más que intentes, no logras aceptar? Abre los ojos: esa persona está en tu vida por algo
Es el mundo de caramelo donde todo es perfecto, se vive en total
cordialidad y unión. Nadie pelea con nadie y todos llevan relaciones amistosas,
perfectas y armoniosas entre sí. Es una delicia vivir ahí. Todo iba en santa
paz cuando de repente, ¡despierta, es sólo un sueño! Bienvenido la realidad.
“Dios mío, ¡ilumínala o elimínala!” Es un dicho que se reza entre
los latinos y que a veces la decimos cuando hay personas que no nos acaban de
caer bien a pesar de que vamos a la misma Iglesia, mismo círculo social o hasta
lazos de sangre nos unen. Hay un “no sé qué” que simplemente no
acabamos de hacer “click” con ellas. Como se dice vulgarmente, “no hay química”. Seamos
francos. Más de una vez hemos querido aventar el zapatazo a esa persona que ya
nos tiene hartos, nos cae mal y punto. Su olor, su sola presencia nos enfada.
O qué tal esa otra persona que es increíblemente bien aceptada por
todos, todo el mundo habla bien de ella y quiere ser su amiga y a nosotros nos
trata con la punta del zapato, nos hace groserías y demás. Eso sí, nos las hace
siempre de forma muy educada y que nadie más las note. Nos saluda con su carita
de mustia y bondad aparentando que le da una enorme alegría vernos.
Y uno -por prudencia- se queda calladito, recibe el besito y
no dice nada. Regresa el saludo, pero por dentro la volteas a ver y piensas:
“¡Que te compre quien no te conozca!” Y mejor te alejas, porque lo único que te
provoca son pensamientos no tan bondadosos, y tampoco deseas caer en su juego.
Dejemos hipocresías, falsas caretas y seamos francos, muy
sinceros. Pese a que a todos nos gusta ser aceptados y del mismo modo aceptar, hay que personas que, por más que
intentamos que nos caigan bien, es imposible. Es más, hacemos todo y
de todo con tal de no toparnos con ellas, de evitarlas. Tienen “algo” que
simplemente nos repelen. Justo aquí está la clave de por qué no nos caen bien.
Lo que nuestra mente consciente no logra percibir, nuestro inconsciente sí lo
hace, porque a este no le podemos hacer tonto.
No se trata de que nos flagelemos pensando que somos de lo peor,
porque a esa persona que es tan bien aceptada y amadísima por la mayoría, a
nosotros nos cae fatal. No somos “malos” porque sentimos eso, o porque alguien
no nos cae del todo bien. Al contrario, es volvernos más observadores y
reconocer qué es lo que verdaderamente esa persona mueve en mi interior para darnos cuenta que, en realidad, no
sentimos nada malo en contra de ella, de la persona, sino de su actuar.
Eso que tanto me
repatea, esa actitud que me molesta, eso que me choca de la otra persona es
-casi siempre- un reflejo de mí, de algo que necesito trabajar en mi interior,
de una herida emocional mía que no ha sido sanada, quizá ni reconocida. Son cosas que aún no acepto de mí o no me
gustan de mi persona. En pocas palabras: LO QUE ME CHOCA, ME CHECA…
Es por eso que necesitamos ir con los ojos muy abiertos por la
vida y darnos cuenta que todos somos maestros, unos de otros. Por lo tanto, lejos de alejarnos de esa persona que
tanto nos repele -a menos que verdaderamente sea una persona tóxica- seamos más
inteligentes y menos viscerales. Observemos y reflexionemos por medio de esta
pregunta: ¿qué de mí veo en ella?
Quizá no hemos caído en cuenta de que cuando encontramos defectos
en nuestro prójimo es porque nosotros tenemos los mismos defectos. Como decía
San Agustín: “Procura adquirir las virtudes que crees que faltan en tus
hermanos y ya no verás los defectos, porque no los tendrás tú”.
Nadie llega a nuestra vida por casualidad sino por “causalidad”.
Es decir, por alguna “causa” o razón se topó con nosotros, para enseñarnos una gran
lección, algo que necesitamos aprender.
Así que si alguien
te cae mal, es tu problema. Y no lo digo en un aspecto peyorativo, sino que en
realidad es solo tu asunto. Casi te aseguro que la otra persona ni siquiera se ha dado
cuenta de que no la tragas, que simplemente no la soportas y que la toleras
porque coinciden en eventos y demás, pero que si por ti fuera, entre más lejos
mejor.
Y es que esta actitud, que te repito es sólo tuya, tiene toda la
lógica. Todos queremos huir de aquello que nos causa dolor o nos recuerda
nuestras heridas. A nadie nos gusta enfrentarnos con aquello que no nos
gusta de nosotros mismos. Las personas solo podemos ver aquello
que estamos listos y dispuestos para enfrentar.
Por lo tanto,
¿quieres que te caiga mejor? Cambia tú, así de sencillo. Retírale el poder que
-tácitamente- le tienes otorgado de quitarte la paz, de dejar de gozar los eventos que comparten,
etc. Si tú eliges sanar, crecer y madurar, si tú cambias de actitud, mejorarán
tus relaciones interpersonales, todas.
Te invito a que hagas este ejercicio de reconocimiento para que
observes en ti algunas de tus áreas de oportunidad. Piensa en esa persona que
te cae fatal. Escribe todas esas actitudes, defectos o comportamientos que ves
en ella y que tú simplemente no resistes. Ahora la pregunta del millón. De esas
actitudes -o defectos- que acabas de escribir, con toda honestidad, ¿cuáles
tienes tú? ¡Sorpresa! Casi todas… Así que a trabajar en ti porque el poder de que
todo cambie está dentro de ti.
Lo maravilloso de ese ejercicio es que también lo puedes hacer
para reconocer tus cualidades y lo bueno que hay en ti. Haz el mismo proceso,
solo que ahora piensa en una persona a la que admires muchísimo. Escribe todas
las cualidades, virtudes, talentos, etc. que observas en ella y que hace que le
tengas en alta estima. ¡Felicidades! Todo lo bueno que ves en la otra persona
es lo bueno que hay en ti porque uno solo reconoce lo que conoce, es decir, lo
que hay dentro de uno. Así que en mayor o menor escala tú también posees todas
esas bondades
Fuente: http://es.aleteia.org/2017/04/30/como-hacer-cuando-una-persona-te-cae-mal-y-no-la-soportas/?utm_campaign=NL_es&utm_source=daily_newsletter&utm_medium=mail&utm_content=NL_es
Hasta nuestro próximo encuentro.
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