jueves, 27 de diciembre de 2018

De la queja al malestar: 5 minutos de pensamientos negativos son suficientes para arruinarnos el día

La emoción destructiva en cualquiera de sus variantes lleva a que la persona transite por un campo minado. Las recomendaciones de una especialista para "desactivar" este mecanismo y potenciar las emociones positivas

Cinco minutos de pensamientos negativos son suficientes para modificar el estado anímico, para empezar a sentirse mal y para comenzar a verse de una manera distinta con respecto a la forma en que se sentía minutos atrás.
Cuando comenzamos a pensar negativamente, empieza el descenso. Si nos mantenemos durante cinco minutos teniendo pensamientos negativos, dándonos lástima a nosotros mismos, pensando que no vamos a poder lograr lo que queremos, que los demás son más queridos o tenidos en cuenta, la mente empieza a tomar velocidad en el proceso de declive y rápidamente establece asociaciones que coincidan y avalen los pensamientos negativos que estamos teniendo". Nuestra mente funciona de esa manera. Comenzamos con un pensamiento pesimista y segundos después ya nos estamos bombardeando con patrones de pensamientos negativos que ya fueron previamente establecidos, corroborados y tomados por cierto por nuestra mente.

Estamos convencidos de lo que pensamos y sentimos, porque es lo mismo que venimos pensando a lo largo de nuestra vida y que hemos confirmado en cada oportunidad que tuvimos, corroborando de esa forma el sentimiento de inferioridad que hoy experimentamos: Solo necesitamos de una mínima estimulación, del más pequeño de nuestros pensamientos negativos para abrirle la puerta a una catarata de conceptos destructivos que nos ayudaran a recorrer la pendiente.
Así es como la emoción destructiva, en cualquiera de sus variantes (tristeza, pena, desolación, desilusión, depresión) se apodera de nosotros y nos lleva barranca abajo hasta tocar fondo. Los vaivenes anímicos forman parte de la vida de cada uno de nosotros, pero tienen que ser leves y temporarios para que no nos causen problemas.
Cuando tenemos muchas cuestiones sin resolver, corremos el riesgo de que nos asalten emociones destructivas a cada rato. Queda en nosotros tomar la decisión y mantener el compromiso de comenzar a desactivar una a una nuestras bombas internas y evitar, de esa manera, caer pendiente abajo.
En contraposición, las emociones positivas son las mejores sensaciones que un ser humano pueda experimentar. Tienen a favor que no requieren ningún esfuerzo de nuestra parte, simplemente se disfrutan, pero poseen una importante contra: tienen poca duración en el tiempo. Se acaban rápidamente y la única forma de prolongar su efecto gratificante es a través del recuerdo o de la proyección de situaciones positivas en el futuro.
Es bueno pensar en algo gratificante. El día de la graduación, el nacimiento de un hijo, el casamiento, el primer amor, el mejor regalo de cumpleaños, y así se experimentará un sentimiento de bienestar inmediato que se mantendrá mientras dure su evocación, pero una vez que se deje de recordar, desaparecerá.
En cambio, con las emociones negativas no sucede lo mismo. Son estados desagradables que se mantienen con mucha facilidad en el tiempo y que requieren de nuestra parte realizar un trabajo interno para buscar recursos que nos ayuden a afrontar, aliviar o eliminar la emoción que estamos experimentando.
Hay que luchar con lo que estamos sintiendo, tenemos que abandonar nuestra actitud pasiva y ponernos a trabajar para tratar de salir del estado emocional negativo, de lo contrario los malestares se instalan en nosotros.

Hasta nuestro próximo encuentro.

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