Cómo proyectar el futuro sin generar una angustia anticipada, ni descuidar el presente
La forma en la que se piensa no solo condiciona el mañana, sino que afecta directamente a las vivencias del presente.
La neurociencia abarca el
estudio de la estructura, la función, el desarrollo de la bioquímica, la
farmacología y la patología del sistema nervioso y de cómo sus diferentes
elementos interactuan, dando lugar a las bases biológicas de la conducta.
El funcionamiento de la mente y el cerebro humano, comienza a comprenderse un poco más en la actualidad. Y se
pueden utilizar estos conocimientos para adquirir un mayor nivel de
bienestar general, presente y futuro.
Algunas de las funciones ejecutivas del cerebro tienen un futuro
La memoria de trabajo, el planeamiento, la toma de decisiones, la conciencia creadora, todas miran al futuro. 'Voy a hacer esto para esto, 'Tengo que decidir', 'Tengo que planear mis vacaciones.
Estas
funciones cerebrales permiten que parte de la conciencia del ser humano no
pueda dejar de anticipar. Si bien estas funciones son
comunes a todas las personas, las diferencias entre unos y otros radica en el
contenido que se les da a las anticipaciones. Podemos proyectar todo
tipo de pensamientos, desde pensar que nos irá bien en las cosas que
emprendamos hasta creer que no lograremos aquello que deseamos.
"Pensar de una manera o de otra no da lo mismo. La forma en
que pensamos no solo condiciona nuestro futuro, sino que afecta directamente a
nuestro presente"
Hay personas que necesitan
que sus vidas sean más predecibles, que tienen que poder tomar en cuenta todas
las posibilidades de lo que podría llegar a ocurrir, para de esa manera evitar
el error o un resultado no deseado. Necesitan sentir que tienen el control
sobre lo que vendrá o sucederá. Esta
manera de proyectar genera una angustia anticipada provocada por el simple
hecho de no poder tener el control sobre las situaciones venideras.
Asimismo, hay otras personas que son más temerosas e
inseguras y proyectan en el futuro situaciones negativas, las
cuales, de alguna manera, también condicionan los resultados que obtendrán más
adelante. Esas personas viven un presente
teñido de emociones de desánimo, agobio y tristeza por el supuesto futuro negro
que tienen por delante. Mientras que algunos pierden la tranquilidad, se
angustian y se tensan, hay otros que pierden el ánimo y se deprimen.
Tanto unos como otros, sin importar qué clase de proyección tengamos, todos sin excepción, vamos a sentir hoy lo que pensemos para mañana.
Para forjarnos un porvenir venturoso, tenemos que tener
previamente un sentimiento de confianza hacia nosotros. Cuando nos planteamos un futuro de esta manera, casi sin proponérnoslo,
vamos marcando el camino. La buena predisposición sobre aquello que
todavía no vivimos nos permite transitar el presente con más tranquilidad y
sentirnos mejor preparados para lo que vendrá. El sentir que podemos apoyarnos
en nosotros es lo que a su vez nos va a posibilitar tomar mejores decisiones
tanto para nuestro futuro como para nuestro presente.
El pensamiento va hacia el futuro, pero la emoción se siente y se vive
en el presente. De una forma u otra, ninguno de nosotros puede saber qué nos
pasará mañana. Pero si estamos atentos al contenido que proyectamos para
nuestro futuro, sin lugar a dudas, sabremos qué nos pasará hoy.
Hasta nuestro próximo encuentro.